“Cuando te des cuenta de que lo que le haces a otro / te lo haces a ti mismo, habrás entendido la gran verdad”. Lao Tsé
Que un lugar como el antiguo Palacio de la Inquisición, en Cartagena de Indias, se haya convertido en un museo cultural no puede ser menos que una interesante paradoja histórica. Justa, además. Y esperanzadora: de reprimir a permitir; de anular a respetar; de desconocer derechos fundamentales a reconocer y ponderar la creación, la diversidad de ideas; de juzgar con severidad a expresar con libertad. Así pues, en este sitio, adecuado, restaurado y convertido en uno de los lugares icónicos de la cultura del país, se presenta esta exposición: “Altera Pontis – Puente con el otro”, del bogotano Rafael Dussan.
“Altera Pontis” tiene un carácter y un ímpetu de fortaleza filosófica y ética, por un lado, y una maestría artística por otro. O no: no están divididos o fragmentados cada uno por su lado, al contrario: están entrelazados y en perfecta comunión como aspectos sustanciales de la obra de este artista.
“Tengo una formación humanística. Estudié filosofía, estudié teología y cuando estudié estas carreras… sobre todo desde la filosofía… pero en general el existencialismo me despertó cosas muy sensibles hacia lo que es la experiencia con los otros, digamos toda la intersubjetividad”, puntualiza Rafael Dussan, quien en este caso está acompañado por artistas-dibujantes como Harold Bolaño, Miguel Burgos, Gilles Dupart, Héctor Mora, Ricardo Sánchez, Esteban Loaiza, Marcela Sánchez, Vanessa Diago, César Gutiérrez y Jessie van Beckhoven.
Afortunada compañía que enriquece esta muestra. Un trabajo, por momentos, a cuatro manos: atípico y arriesgado recurso, convertido aquí en una feliz y acertada decisión con resultados más que positivos. Para esto convocó tanto a artistas profesionales como a estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de La Heroica y armó esta valiosa idea de enlazar su obra con propuestas de terceros.
“No solo quería salirme del marco de mi dibujo, sino que quería también encontrarme con otros dibujantes… De cierta manera romper con ese ‘marco’ del ego: esta es mi obra, este es mi planteamiento, este es mi estilo”. Ante esto, entonces se planteó: “Bueno y qué pasa si yo desde mi dibujo comienzo a dibujar con otros, invitándolos a que ellos dialoguen con la obra que yo monto en la exposición”.
Las obras elaboradas por Dussan están conectadas entre sí, intervenidas por los otros artistas, con la guía, participación y sugerencia sutil de él mismo, no para calcular un propósito estético sino para propiciar la libertad creativa en cada cual. Así, con dibujos en las paredes e incluso al respaldo, diseñaron y construyeron una secuencia “irrompible”, en la que todo tiene que ver con todo, y nada funciona sin la participación del otro, de la obra del otro: del arte y alma de los otros. La premisa no es otra: todos somos todo; todo está conformado por todos.
Dice Dussan: “A los otros artistas lo primero que les pedí es que dialogaran con el espacio… y, antes de lanzarse a hacer algo en el muro, se relajaran y dialogaran, no solo con cada obra en particular donde quisieran intervenir, sino con el conjunto de toda la sala, para que hubiese una unidad de lo que se iba a intervenir”.
Desde lo estético hay también riqueza y una variedad de materiales y técnicas. Están presentes, entre otros, la madera, la tela, el papel. También los carboncillos, los pasteles, el acrílico. El artista parte de una clara influencia renacentista: el boceto y lo inacabado atraviesan todas las obras de “Altera Pontis”. “El gesto del dibujo para mí es un acto que me libera, que me permite expresar y plasmar cosas indecibles, no verbales… Al ser dibujante, hay materiales que me atraen: me encanta el carboncillo, el carboncillo vegetal, el carboncillo industrial, me encantan los pasteles, la sanguina, los lápices; me encanta dibujar con pincel, ya sea con acuarela, con témpera, con acrílico, con óleo… trabajo técnicas muy mixtas”, comenta Rafael Dussan.
El trabajo de Dussan, en general, y particularmente en “Altera Pontis”, además de su maestría técnica, tiene un sustento conceptual y humanista, definido, preciso y contundente: parte de la concepción, o la idea, de que los seres humanos somos seres evolucionados, cultural y espiritualmente en la medida en que reconocemos al otro. Es el respeto, desde esta mirada, hacia la humanidad del otro lo que engrandece y amplía la humanidad de cada uno: nos dignificamos y respetamos en la medida que le damos dignidad y respeto al otro, a la vida del otro, a la presencia del otro. Según el filósofo Emmanuel Lévinas, referencia intelectual y humanista de Dussan, “desde el momento que el otro me mira, yo soy responsable de él sin ni siquiera tener que tomar responsabilidades en relación con él; su responsabilidad me incumbe. Es una responsabilidad que va más allá de lo que yo hago”.
La alteridad: el reconocimiento y aprecio por ello, como punto de partida y llegada a la vez. Lo dijo Jesús: “Lo que le haces al menor de mis hermanos me lo haces a mí”. Quizá si hace tantísimos años la Iglesia católica y la humanidad en general hubieran escuchado tan simple, profundo y conmovedor mensaje, la especie humana se habría ahorrado mucho dolor. Ya pasó, pero no hay que olvidar. Los dibujos de Dussan y de sus invitados están para recordarlo desde y por medio del arte: “He sido muy sensible a la historia, precisamente por esa formación que tuve… Tratar de comprender el pasado para poder entender el presente también me ha acompañado a lo largo de los planteamientos de mi obra”.
Por cierto, y para ir cerrando, otro tipo de historia atribuida a la amplísima cultura oriental. Un joven discípulo le preguntó, con genuino interés, a su guía espiritual:
—Maestro, ¿cómo debemos tratar a los otros?
Este solo atinó a responderle con sabiduría y simpleza:
—No existen otros.
Sí, es un bonito juego de palabras y de sentido, que sugiere de modo sutil y perspicaz que todos somos los otros.
A veces el arte visual, y cualquier arte, no deja mucho más para decir. Queda, entonces, lo mejor: el silencio. La contemplación estética de la creación sin más que el disfrute de hacerlo: de mirar, de sentir, de reflexionar, de conmoverse. Todas y cada una están aquí, en esta mesa servida por Dussan y sus invitados; representadas en las obras colgadas y pintadas en las paredes de este museo, obras tan sutiles como dicientes.
Seguramente Rafael Dussan seguirá viajando y llevará su humanismo y la belleza de su obra a muchas ciudades de Colombia. También afuera del país, pues durante este 2019 lo esperan varios destinos. Por lo pronto, allí, frente a la plaza de Bolívar de Cartagena, en el antes Palacio de la Inquisición y ahora Museo Histórico de Cartagena, estará, hasta el 13 de febrero, “Altera Pontis – Puente con el otro”. Sin duda, un verdadero privilegio poder apreciar y deleitarse con esta notable propuesta artística.
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